Comisiones Obreras del País Valenciano | 22 noviembre 2024.

Frente al individualismo, la fuerza del colectivo

  • Artículo de opinión de Paco Molina, secretario general CCOO PV.

Publicado en el diario Levante-EMV en el especial Primero de Mayo.

04/05/2015.

De nuevo conmemoramos el 1º de Mayo marcados por la larga crisis económica que ha provocado un desastre laboral y social. No solo por sus efectos económicos directos, sino por la falta de alternativas y de voluntad en superarla, que cada día socava más la credibilidad de las instituciones, la norma social de empleo que estaba establecida y el ánimo de las trabajadoras y trabajadores.
 
Cuando la consecuencia más directa es que crece la desigualdad, significa que la crisis ha beneficiado a quienes la han causado. Y quienes nos gobiernan, con más arrogancia que inteligencia, han hecho oídos sordos ante el malestar de la mayoría y las propuestas de quienes queremos cambiar su rumbo. Hoy el movimiento sindical reivindica su papel y CCOO su compromiso, desde los valores que nos identifican históricamente y que muchas personas, en nuestra práctica sindical cotidiana, mantenemos.
 
Nos reafirmamos en esos valores y, frente a quienes tratan de imponer el individualismo y la insolidaridad, continuamos defendiendo lo colectivo, el interés público, el protagonismo de la ciudadanía, los logros, que no privilegios, de mujeres y hombres que lucharon por conseguir mayores cotas de dignidad, de libertades, de igualdad... hoy tan cuestionadas.
 
Dicen que la crisis ha terminado. Pero no es así. La habremos superado cuando recuperemos los niveles de empleo, de protección social, de libertades, de igualdad, de vida digna y de confianza que tuvimos, al menos. No defendemos una vuelta a aquellas condiciones, que consideramos engañosas, porque ni la estabilidad macroeconómica era tal, ni el empleo estable, ni la protección social adecuada, ni el señuelo del crecimiento, realista y sostenible. También de la crisis hemos aprendido.
 
Este 1º de Mayo, interpretamos, en las condiciones de hoy, los objetivos que llevaron hace 125 años a las organizaciones obreras a unirse. Lo hicieron con enormes dificultades, marcadas por su diversidad y, superando torpezas y complicidades, fueron capaces de ofrecer un itinerario de emancipación que humanizara esas condiciones. Volver a realizar ese esfuerzo creativo se lo debemos a las nuevas generaciones, tanto como a las que nos antecedieron.
 
Queremos trabajo y empleo, porque son muchos los hogares que no tienen garantizado ese medio de vida y esa contribución social que nos define y nos dignifica, por estar gran parte de sus miembros en paro. Pero para que se cumpla esto no basta cualquier empleo. Porque las condiciones de precariedad laboral, que no son ya temporales, ni minoritarias, convierten la vida de quienes maltrabajan en un malvivir. Un precariado endémico, que humilla, deja sin futuro y genera una dinámica de cambios en las condiciones laborales siempre a un peor, sin límites. Por eso nos hemos opuesto a las últimas reformas laborales que han devaluado el trabajo y provocado un regresivo trasvase de rentas.
 
Queremos que cese el desmantelamiento del Estado de bienestar y de los servicios públicos, sometidos privatizaciones más o menos encubiertas y a una selección inversa que da más a quien más tiene, en nombre de la "libertad de elección" y de la búsqueda de demostrada falacia de la "mayor eficiencia privada".
 
Queremos más igualdad frente a las discriminaciones, que se agravan, se extienden y se cronifican, lo que manifiesta una clara regresión social y el abandono a su suerte de importantes colectivos, mantenidos en la informalidad y en la economía sumergida, sin derechos, sin prestaciones, sin futuro. Por eso, defendemos una renta mínima garantizada que proporcione dignidad y cohesión, que abra camino a auténticas reformas y que sea el paso previo hacia una mayor igualdad y solidaridad.
 
Tenemos la oportunidad de sentar las bases de un nuevo modelo productivo, que asuma otros criterios de crecimiento y de desarrollo, que confíe en nuestro saber hacer, se base en el diálogo, que comprometa inversiones y piense con prospectiva en el medio y largo plazo, que consiga sinergias y apueste más por la cooperación que en la competencia. Solo así atajaremos la espiral de ser cada vez más subalternos y sometidos a "los mercados".