Comisiones Obreras del País Valenciano | 23 diciembre 2024.

Seminario de economía y política

Enrique Lluch analiza las consecuencias de un sistema económico mortal

    La cuarta sesión del Seminario de economía y política ha contado con la intervención del profesor de Economía de la Universidad Cardenal Herrera CEU de Valencia, Enrique Lluch Frechina. El ponente ha detallado las múltiples consecuencias de ‘Una economía que mata’, a partir del análisis de las ideas económicas expresadas por el papa Francisco en su primer año y medio de pontificado.

    03/02/2017.
    Enrique Lluch en la sede de CCOO PV

    Enrique Lluch en la sede de CCOO PV

    El autor de ‘La economía que mata’ ha enumera las diversas heridas de muerte infringidas por un tipo de paradigma económico que anestesia frente al sufrimiento ajeno y genera una insatisfacción eterna. Para Lluch, la condena fundamental de Francisco a este sistema económico es a la cultura avariciosa que provoca, centrada en el propio bienestar, abono de un egoísmo exacerbado que impregna todas las decisiones y dificulta el decrecimiento redistributivo. La conclusión es que resulta gravemente pernicioso para el bien común porque deshumaniza por completo las relaciones, destruye la dignidad de los excluidos, mata la esperanza de resistencia a la lógica dominante y provoca muertes sin culpables.

    Heridas mortales, de hambre, pobreza, desesperanza, indignidad…

    Tal vez la consecuencia más visible y relacionada con el mundo del trabajo sea la del “descarte” de las personas más desfavorecidas, justificada por su incapacidad de aportación, ya que la lógica de la contributividad está fuertemente enraizada en nuestra experiencia. “Todo lo que no contribuye a aumentar el PIB es contrario a la lógica del crecimiento económico”, y desde este prisma, nuestro sistema de bienestar retribuye a quien ha contribuido, favoreciendo más a la capacidad de generar riqueza y culpabilizando a las “rémoras”. Los descartados, y sus necesidades, son intencionada y perversamente ignorados.

    Esta globalización de la indiferencia individualiza las dificultades y las soluciones, una tendencia que se refleja en la menor asociación, afiliación, etc. En esta lógica "el desempleado tiende a culpabilizarse y a ser culpabilizado, el trabajo pierde sus dimensiones más humanas y se considera un simple coste de producción". En consecuencia los derechos de los trabajadores se reducen: los derechos globales del capital o de las empresas son mayores y la competitividad se basa, con frecuencia, en la no globalización de estos derechos y las empresas se organizan para potenciar el trabajo barato. Al respecto Lluch ha recordado la denuncia de Francisco de “la pobreza que supone no poder ganarse el pan” y del aumento de trabajos inhumanos que sostienen esta lógica.

    Respecto al papel de las instituciones, Frechina también ha cuestionado la manipulación de las referencias a la “mano invisible” que ha acabado perjudicando a quien menos tienen. Organizar la economía partiendo del interés individual ha espoleado la competitividad, que deteriora las relaciones, matando la gratuidad y aumentando las desigualdades hasta provocar muertes por hambre y a causa de la pobreza.

    La desesperanza ante el mensaje de que sólo cabe la resignación predomina y dificulta enormemente el comportamiento ético. Lluch ha apelado a la necesidad de humanizar la economía desde lo personal apuntando a la transformación de las instituciones.

    Cambiar el paradigma, humanizar la economía

    Ante este paradigma diatópico, Lluch valida el anuncio que supone la apuesta de Francisco por “una economía que sirva y no que gobierne”. Los caminos para esa búsqueda el bien común a través de la justicia social, requieren un replanteamiento del sistema económico, tanto en lo personal como en lo institucional.

    Para “revalorizar esta utopía e impulsar una sabiduría que va más allá del mero conocimiento” Lluch ha enumerado ingredientes comunes a la tradición de solidaridad que atesora el movimiento obrero: la cultura del encuentro, la lógica de la gratuidad como base del Estado de Bienestar y una conciencia de humanidad que trasciende necesariamente las fronteras. El doble reto es modificar un estilo de vida depredador para poder llegar a platear cambios en el marco económico mundial.

    La ponencia ha finalizado haciendo referencia a los retos aportados por la encíclica Laudato Si, en la que Francisco urge a tomar conciencia urgente del suicidio colectivo que supone deterioro ambiental. Es la otra cara de la cultura del descarte que hay que solucionar desde lo humano, promocionando unas relaciones laborales humanizadoras, cuidando la economía a pequeña escala y a quienes la hacen posible, como evidenció en el último encuentro mundial con la prioridad otorgada a las personas que trabajan sin red, sin reconocimiento, sin derechos, pero que mueven el mundo: limpiadoras, cartoneros... portavoces por derecho propio en el encuento mundial de Movimientos Populares.