Comisiones Obreras del País Valenciano | 23 diciembre 2024.

¿Es posible una izquierda europea?

    Una pregunta pertinente ante la complejidad de la coyuntura política actual que Paloma López Bermejo abordó en las dos últimas sesiones del ‘Seminario de economía y política’ de CCOO PV, celebradas los días 8 y 9 de febrero en las sedes de CCOO en Alicante y Valencia, respectivamente.

    14/02/2017.
    Ventura Montalbán, Paloma López y Emerit Bono

    Ventura Montalbán, Paloma López y Emerit Bono

    Actualmente Paloma López Bermejo es eurodiputada en el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea. Su trayectoria como sindicalista de Comisiones Obreras se remonta a 1986, año en que empezaría a compaginar su trabajo con la tarea sindical, pasando por diferentes responsabilidades hasta desempeñar la Secretaría de Empleo y Migraciones, cargo que dejaría para presentarse como candidata en las elecciones europeas.

    El secretario de Migraciones y Cooperación de CCOO PV, Ventura Montalbán, destacó en su presentación de la ponente la importancia de la proximidad real a la hora de hacer sindicalismo y política, desde el reconocimiento de esta característica en el trabajo de Paloma. Ambos advirtieron del riesgo de “perder calle”, porque “en política puedes vivir de perfil, sin enterarte del dolor y la realidad que viven las de las personas; de ahí, la necesidad higiénica de convocarles, de mantener el contacto, que nos impida olvidarnos de nuestra función, que no es otra que hacernos cargo y tratar de dar respuestas a los conflictos y necesidades de la gente”. Por su parte, el Director del Seminario, Emerit Bono, abundaría en la actualidad de la ponencia por el momento histórico y la deriva de la Unión Europea, que hace que posiblemente estemos ante el “Ser o no ser de Europa”.

    La ponente quiso huir de proclamas y recetas milagro “que no tenemos”, para empezar aclarando conceptos: “cuando hablamos de ‘Europa’ en realidad hablamos de lo que deciden los presidentes de los países miembros, deciden los Rajoys de turno, en un sentido u otro, y la deriva actual es sobradamente conocida”. El enfoque de partida es la asunción de que tras la quiebra del tradicional acuerdo tácito entre el Partido Popular Europeo y la socialdemocracia, las tres grandes instituciones europeas: Parlamento, Consejo y Comisión, está en manos de una derecha dura, una derecha que ya no necesita a la Socialdemocracia para su proyecto neoliberal. El grupo socialdemócrata se ha dividido y se ha mostrado incapaz de articular un contrapeso solvente, ni de alcanzar acuerdos con los “partidos del cambio”.

    Las dificultades de las propuestas progresistas para ser relevantes tienen raíces profundas, “el Parlamento Europeo tiene un componente casi estructural que impide el desarrollo de la izquierda”, afirmó. La incorporación en 2004 de los países del este respondió a necesidades comerciales que no tuvieron en cuenta la asimetría de representatividad que arrastraban los nuevos miembros. En numerosos casos la izquierda prácticamente no tenía representación en esos países. Este déficit supuso una traba que se ha ido incrementando y complica el desarrollo de medidas progresistas en la UE.

    Las medidas de austeridad rociaron de combustible el avión de una crisis que no se limitaba a la economía, con devastadoras consecuencias para el modelo social europeo. La gestión de esta bomba de tiempo fue la respuesta a la pregunta central ¿cuál debía ser el papel de Europa en el marco de la globalización? Quienes apostaron por desguazar y vender por lotes el Estado del Bienestar, revertiendo derechos fundamentales tenían una respuesta clara, que se verá enfrentada o refrendada en un futuro próximo de elecciones y tendencias cuanto menos inquietantes.

    En materia de refugiados, Paloma López, negó el término “crisis de refugiados” bajo el que se tapa las vergüenzas de la auténtica crisis de valores y de identidad de la Unión Europea, hasta el punto que uno de los países que en materia de refugiados ha estado siempre a la vanguardia, amenaza con pasar factura a sus gobernantes en las próximos comicios por esta respuesta humana y comprometida.

    Respecto a los procesos electorales planteados en diversos países de la UE: Países Bajos, Francia, Alemania, Italia, Polonia... se suman nuevas imprevisiones a otras recientes como la que representó la ausencia de un plan alternativo ante el posible triunfo del Brexit británico. Además no entienden la desafección de la ciudadanía europea por las políticas de recorte y de salida de la crisis, que se han basado en disciplinar a los trabajadores y evitar cualquier oposición al neoliberalismo. Todo nos lleva a concluir que Europa se encuentra en un punto de inflexión de carácter político y económico.

    Rusia se ha configurado como el enemigo de Europa por la dependencia energética de algunos países de la UE. Donald Trump no ha mentido a nadie, sus planes eran diáfanos. Un programa económico neoliberal que beneficiará a las grandes empresas trasnacionales. Pero a su juicio, lo peor es que no se cuestione en ningún momento el modelo económico planteado como única posibilidad y ante el que se sacrifican los valores, la memoria, las ideas,... al planeta y a las personas.

    La actual Unión Europea está atenazada por todo anterior, tanto que duda hacia dónde avanzar, pero siguiendo una concepción radical y engañosamente liberal. Porque la oposición liberal al intervencionismo de las instituciones no puede ser más engañosa, ya que demandan la intervención del Estado para que abra paréntesis a los compromisos para favorecer a los mercados cuando así conviene a sus intereses. Si para la izquierda lo primero siguen siendo las personas es imprescindible que seamos capaces de articular un discurso cercano al mundo sufriente del trabajo, un programa sencillo para todos los ámbitos: un rescate social.

    La UE no está sirviendo para lo que afirma querer preservar respecto a valores y pilares sobre los que se construyó. Mientras tanto, ¿qué hace la izquierda? Paloma López entiende que la izquierda debería plantearse un marco federal, pero esto no va a ser posible, sin una referencia a principios compartidos. La izquierda debe dar respuestas a la ciudadanía. Lo que no podemos hacer es defraudar las esperanzas de la gente, de nuestra gente. De lo contrario reforzaremos a la derecha. Nuestra fuerza debe situarse en nuestras certezas. En que seamos capaces de movilizar ideas y propuestas, sin confundirnos, como pasó en Grecia con Zritza al plantear el referéndum. Allí el plan B de Varoufaquis era eminentemente europeísta, pero no lo toleraron para que no supusiera un camino a seguir por otros y para disciplinar a la sociedad.

    Existe un problema de desafección de la política, de no identificación con la Unión Europea. A su juicio, la solución no puede pasar por un repliegue nacionalista. Necesitamos construir otra Unión Europea. Es necesario articular un discurso muy claro respecto al modelo de trabajo. Hay que poner nombre a la explotación, situarse en el conflicto y tener en cuenta los recursos para establecer un contrapoder, para lo cual la calle y las instituciones no son separables. Por supuesto la izquierda necesita disponer de una correlación de fuerzas favorable. No se pueden generar más expectativas de las que se puedan comprometer. Es preciso un programa sencillo que recoja modestamente las prioridades innegociables a conseguir. Todo esto no es fácil, ni cómodo. Pero supone una posición de firmeza ideológica decir lo que se quiere hacer y movilizar hacia allí ideas y propuestas.

    Preguntada por la Delegación Euromed y la política de vecindad que incluye relaciones comerciales con el norte de África y del uso de acuerdos con países terceros para la contención del flujo migratorio, López Bermejo es tajante: “No se puede suscribir ningún acuerdo con países que no respetan los derechos humanos; estamos totalmente en desacuerdo con esta política de vecindad con Marruecos, Siria, Turquía, Arabia… que además es incapaz de contener la llegada legítima de nuevos refugiados.

    La izquierda debería estar debatiendo si deberíamos estar y cómo en el euro y dejar la indefinición, porque de lo contrario esto será lo que acabe con la izquierda. “Hay que estar en Europa” concluyó, no obstante, planteó sus dudas respecto a la conveniencia de permanecer en el euro, mencionando a Varoufaquis que hablaba de la gama de grises existentes entre las posturas antagónicas respecto al euro.

    A su juicio, el plan de crear una nueva izquierda europea no era necesario, porque ya hay una. El problema es que esta está repartida en todos los países.

    A la izquierda le queda la ideología. Hay que trabajar en las ideas y en aquello en lo que se pueda llegar a acuerdos de mínimos. Paloma López concluyó con una cita de la “Historia mínima del neoliberalismo”, de Fernando Escalante, que es toda una declaración de principios: “La política debe estar por encima de la economía”.