Comisiones Obreras del País Valenciano | 22 noviembre 2024.

Turismo y justicia social

  • Patricia Carrillo, secretaria general de la Federación de Servicios en Alicante

El sector turístico ha de avanzar en la doble transición, digital y ecológica, de manera democrática con la participación activa de las personas trabajadoras, mientras que la acción política ha de corregir urgentemente las desigualdades derivadas del exceso, porque la ciudadanía necesita satisfacer sus necesidades vitales y las de su entorno.

30/09/2024.
Patricia Carrillo

Patricia Carrillo

Las hojas del calendario estival caen mientras algunas situaciones se repiten una y otra vez desde los resortes que potenciaron un modelo que hasta aquí nos trajo. A diferencia de otros veranos, parece que la mejor defensa es un buen ataque, aunque pretendan relatarlo en positivo. En las últimas semanas, hemos visto la difusión de una campaña promocional de videos sobre la industria de la felicidad al mismo tiempo que calificaban, en su presentación, la demonización del turismo cualquier atisbo de voz crítica.

Existen ejemplos intelectualmente más elaborados. Se califica de sectaria y de tintes xenófobos la vindicación de abrir procesos participativos del conjunto de la sociedad que sirvan para planificar qué queremos ser de mayor. Todo ello en el mismo contexto que se habla de la democratización del turismo.

Otros artículos de Patricia Carrillo Sevilla Repensar el Turismo Turismo para el crecimiento inclusivo Lo que falta es empleo dignoEn el sindicato llevamos años señalando los perjuicios de este modelo y aportando propuestas para una ordenación que responda a los parámetros de asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, tanto social como medioambientalmente. El modelo actual está basado en grandes economías de escala y profundamente piramidal a la vez que desequilibrado en su cadena de valor. Existe una peligrosa tendencia hacia el trabajo a llamada que no encaja con un trabajo decente, con un trabajo de calidad, situación que año tras año encontramos reflejada en titulares mediáticos de que falta personal en el sector. Además los análisis de costes obvian las externalidades que produce el modelo; total, ya lo pagarán otros.

Frente a eso, argumentos de defensa, un sector que no se deslocaliza, que toda la riqueza queda en casa, porque todos somos turistas. Desde la Costa Blanca donde se escriben estas líneas, observamos una mercantilización de la vida y todo lo que ello rodea, la antítesis a potenciar políticas en favor de la justicia social.

Parafraseando al sociólogo Mario Gaviria, desde Serveis-CC OO no odiamos Benidorm, ni somos pijos, ricos ni clasistas; ni siquiera ocultamos las bondades del modelo vertical frente a otras externalidades producidas por otros modelos de turistificación de las ciudades. Pero la democratización del turismo conlleva escuchar, debatir, analizar, planificar y tomar decisiones en favor de la mayoría social que habita un territorio. Y flaco favor se hace el Gobierno autonómico, a través de su competencia exclusiva en materia turística, cuando ni escucha, ni debate, ni analiza, ni acepta cualquier esbozo de propuesta de mejora que no tenga una única dirección, maximizar el beneficio económico y las cuentas de resultados empresariales.

En el sexto aniversario de la Ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad de la Comunitat Valenciana, podemos afirmar que queda un poco más lejos el cumplimiento de su objeto. Sin interés en su análisis de impactos, la toma de decisiones repite cánones promocionales de un modelo que pide a gritos que alguien ponga pie en pared y se detenga a pensar. Los límites de la capacidad de carga de los destinos del litoral del País Valencià llegan a su tope. Ese mismo litoral que experimenta un incremento de temperaturas del mar que, como se repite constantemente desde la ciencia, tendrán consecuencias imprevisibles cada vez más probables.

Pero la voracidad de la patronal macroopinadora trasladada a través de la correa de transmisión política en el Govern aconseja más promoción, más capacidad aeroportuaria y portuaria.

Tenemos serios problemas de acceso a una vivienda asequible a la población (y no precisamente derivado de un problema de oferta como nos quieren vender), tenemos profundos problemas de escasez. Escasez de servicios públicos (dimensionados a una realidad muy diferente de cuando se diseñaron), escasez de agua y hasta escasez en capacidad de reacción. Porque solo se ha activado la reacción para desacreditar movilizaciones ciudadanas que reclaman más justicia social, para compensar las externalidades incrementando las tasas municipales (por ejemplo, de recogida de residuos) en un ejercicio de anti-progresividad fiscal o con propuestas normativas simplificadoras que pretenden deconstruir las reglas de protección del territorio y del litoral. Que la música no deje de sonar mientras sea soportable para las espaldas que habitan en el territorio. Como sentencia la canción de El Diluvi: I què fareu quan no quede res?

Ábrase el debate y búsquense acuerdos, con toda su complejidad y desde todos los puntos de vista. Como señala la nota conceptual de la OMT para este Día Internacional, aprovechar el poder transformador del turismo en la construcción de puentes, el fomento del diálogo y la promoción de la paz y la reconciliación. En definitiva, ejercer de pueblo, «perque allò que val és la consciència de no ser res si no s’és poble» (Vicent Andrés Estellés).